Entrando por el camino de Can Marroig nos encontramos con Punta Pedrera. Un lugar especial, que cambia dependiendo de la hora, el día y la época del año.
Porque la isla parece transformarse en Punta Pedrera para decirnos otra cosa que hasta ahora, en las playas de arena blanca de Illetes a tan sólo unos metros, ha querido ocultar. Su paisaje agreste, la roca de marés, la posionia, el viento y el sol, causan una particular sensación de soledad, de indefensión frente a los elementos.
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