Formentera, el enigma de su nombre

Uno de los grandes misterios de la isla de Formentera es precisamente el de su nombre. Muchos historiadores y lingüistas han tratado de averiguar el origen de su denominación, pero ninguno de ellos ha dado con una etimología que supusiera el fin a tantas especulaciones como pueblos han llegado a la isla.

Se sabe que el primer topónimo utilizado fue el griego Ophiusa, cuya significado, Isla de las serpientes, más que aclararnos su génesis nos sumerge en un dilema que ha causado mucha controversia; puesto que no se tiene constancia que en Formentera hubiera tales serpientes, y menos aún que, de existir, éstas fueran tan peligrosas como se decía.

Pero parece que no era ésta la impresión que tenía Pomponio Mela en el año 10 d.c., que se refiere a nuestra isla como Colubraria en su traducción latina, y cuya originalidad no se deriva evidentemente de la adaptación literal del nombre griego, sino del relato fabulístico que hace de tan singulares pobladores: “Colubraria, el recuerdo del cual me viene ahora, porque aunque es inhabitable por estar llena de toda clase de serpientes dañinas…sin embargo, entrando en un lugar previamente rodeado de tierra ebusitana (de Ibiza), es grata y está libre de peligros; en efecto, las mismas serpientes que suelen acometer a todo el que encuentran, huyen asustadas al ver aquel polvo, bien sea por su presencia, bien por cualquier otra causa repelente”.

Otros historiadores o aventureros romanos como Plinio “el Viejo” también se refieren, aparentemente, a esta isla como Colubraria, y a pesar de que éstos y otros como San Isidoro, mucho después, la sitúan muy cerca de Ibiza, es posible que se trate del islote de Motcolobrer del pequeño archipiélago de las Colubretes, situado en la desembocadura del río Sucron, Valencia, y que efectivamente está infestado de ofidios.

Del latín proviene también Frumentaria, o isla del Trigo, topónimo del que no se tiene constancia documentada antes del siglo XIII, y que a pesar de ser la opción más consensuada por ser fonéticamente más próxima a la denominación actual, también es objeto de críticas. Es aventurado imaginar que en una isla como ésta, de tierras áridas y clima severo, pudiera prosperar el cultivo del trigo hasta el punto de originar su nombre. También lo es aún más ya que tales cosechas hubieran mitigado los períodos de hambre que padecieron los isleños a lo largo de su historia. No es ésta, sin embargo, la opinión de Josep Pla, que en defensa de la teoría de Frumentaria, atribuye la esterilidad del suelo formenterense a una mala praxis de sus pobladores: “Es sabido cómo esquilma la tierra, sin una adecuada rotación de cultivos, la producción triguera, lo cual puede explicar el actual descenso de cosechas en dicha isla”, aunque más tarde parece contradecirse: “En realidad la isla de Formentera es más pobre que la de Ibiza, y sus arenas, que el viento levanta, son el azote permanente de su agricultura”.

Joan Coromines, reconocido filólogo, cree que es una derivación árabe de la palabra latina Promontoria, vocablo que adaptarían de latinos e hispanos cuando éstos se referían a los cabos de Barbería y la Mola, cuya deformación provendría por la dificultad de éstos para pronunciar una consonante seguida de la r. Demeste modo Promontoria devendría en Formontoria, después en Formentaria, y por último tal y como la conocemos ahora.

Finalmente, para acabar de confundirnos por completo, cabe decir que los turcos a partir del siglo XV, la llamaron Koyunluca, que significa Ovejera y que, como es evidente, no guarda ninguna semejanza fonética, por descabellada que sea, con la denominación actual.

Del mismo modo que Formentera es diferente para cada uno de los que la visitan, aceptemos pues el misterio que encierra su nombre y que sea tarea de cada uno imaginar su origen como más le fascine.